sábado, 29 de septiembre de 2012

Reflejos del viaje


(Reflexiones en torno a unas fotografías)

1.- La doble mentira del espejo.

Verdes campos bajo diamantina luz, tamizada por una sucesión de nubes, me empujan a recoger un paisaje poblado de grandes árboles y salpicado, ora de pequeñas casas, después grandes edificios, naturaleza urbanizada y al poco tiempo bosque impenetrable.

Constable a cada instante. Voy en un tren londinense que me lleva desde Osterley hasta Piccadilly Circus. A través de la ventanilla fotografío el paisaje y los resortes de mi cámara resuenan llamando la atención de mis vecinos de viaje. Lo que ellos no saben es que en las fotografías de la campiña aparecen sus reflejos en los cristales del vagón. Aunque, por mis movimientos de búsqueda de encuadre, puede que alguno lo intuya.  

Pavo Vivo, La doble mentira del espejo. 2011

Las vacaciones han pasado y ya en casa, frente al ordenador, reorganizo las figuras que dan sustancia a los reflejos en los cristales. Elementos que forman parte de una acción ajena a la suya propia, para crear una ilusión, otro sentido de las cosas en un juego narrativo, en una superposición ficticia de imágenes que crea incertidumbre y sospecha de falsedad para quien conozca las leyes de la óptica o simplemente sea buen observador.

En la fotografía La doble mentira del espejo, vemos un paisaje de los alrededores de Londres, donde se repiten varias veces las mismas nubes, los mismos árboles y hasta el mismo edificio; todo ello porque la imagen está compuesta por varias fotografías del mismo lugar hechas sucesivamente desde un tren en marcha.

Sobre el paisaje se superponen los reflejos transparentes de dos rostros difusos -por el comprensible desenfoque de profundidad de campo- el de un chico que mira a una chica, que a su vez, inesperadamente, con sosiego y naturalidad, nos mira a nosotros, los espectadores.

Como la imagen es un reflejo en el cristal, ella, para los que se encuentran en el vagón, está mirando el paisaje.  Pero, a quien en realidad observa es al fotógrafo. La chica está casi de espaldas al mismo, por lo que éste sólo en el reflejo y a través del objetivo descubre que le está mirando a él, creando una complicidad de la que no es consciente su compañero.  


Hecho que puede comprenderse en el siguiente gráfico:




Paisaje visto a través del ventanal

Reflejo chica                    Cristal                      Reflejo chico

Chica

  Chico

Cámara fotográfica

La situación que se da en el esquema nunca existió. A no ser que hubiera sido teatralizada poca gente dejaría que un desconocido se interpusiera entre ella y la persona con la que está hablando y le fotografiara abiertamente, aunque fuese a una distancia  prudencial.

 Sin embargo, a pesar de ello, la imagen muestra una organización verosímil y al explorarla, es cuando encontramos otro sentido al de la imagen que creíamos verdadera. En este segundo orden se reorganizan los significados y ocurre algo parecido a la figura del retruécano, donde una oración deviene en otra subsiguiente, y al invertirse la posición de los términos que se repiten, el sentido de la segunda oración contrasta con el de la primera.  

Aunque en primera instancia nos quedamos con el juego psicológico, para miradas perspicaces la foto deriva hacia otras cuestiones. No es una fotografía idílica de un día de campo donde una pareja feliz sale reflejada en el cristal de un tren. En la narración de situaciones misteriosas y paradójicas hay una desinformación, un juego de engaños.

Si la fotografía hubiera sido hecha realmente con los personajes reflejados en el ventanal del tren también se habría mostrado el fotógrafo. El que no esté allí resulta paradójico y nos hace sospechar. Aunque podría estar justo tras la figura del chico. Pero, a pesar de ello, al no aparecer, ese tercer personaje reflejado, mirando de frente –el que observa la acción- es como si hubiera un espectador misterioso, nosotros mismos, los espectadores de la fotografía, que como voyeurs miramos por un agujero y al ser descubiertos por la chica borramos nuestra presencia. Algo así como en la película El show de Truman pero a la inversa, porque quien es puesto ante una situación embarazosa, ante el engaño, es el público.

Doble mentira del espejo artificio de la fotografía.


2.-  Espejos vespertinos.

    
Tras un día de paseo y juegos en el campo, al anochecer, se retiran los excursionistas.  Desde el coche, a su paso por la orilla de una acequia, una niña mira el lento transcurrir de la corriente intrigada por el espectral reflejo de las ramas.  Sobre la parsimoniosa corriente de agua flotan unas hojas que anuncian el incipiente otoño.
En la visión apresurada de la contemporaneidad, donde los acontecimientos no disponen de su tiempo, el padre, por encima de la chiquilla, hace una atropellada fotografía intentando recoger lo efímero del instante, con el deseo de incluir en el encuadre el árbol, las hojas y el reflejo infantil  que se produce en el cristal de la ventanilla, pretensión que le hace llevar al límite las leyes de la perspectiva.

Paco Vivo, Espejos vespertinos. 2011

Esa es la escena y como toda la serie, esta fotografía es verosímil a pesar de las incongruencias.
Estamos en guardia y el análisis minucioso nos descubre las incoherencias en la imagen. La más obvia, el tamaño del rostro de la niña en comparación con las enormes hojas que están más lejos que el cristal donde ella se refleja. Para la dimensión que tiene el reflejo de la niña, ésta debería estar lejos del cristal y entonces no podría ver bien la escena de la acequia.  Además de tener una perspectiva insólita.

Por otra parte, el coche debería circular justo al borde o más bien por encima del agua para que pudieran verse con ese ángulo y cercanía las hojas y el árbol reflejado desde dentro del automóvil.
¿Qué hacen allí esas hojas de un color demasiado saturado para la luz del anochecer? ¿Realmente flotan sobre el agua? ¿Hay verdaderamente agua que refleja las ramas de un árbol? Y ¿por qué no se corresponden las ramas en su paso de la mirada directa a la visión a través del cristal de la ventanilla? ¿Responde esto a una causa física?

Poco importa cuáles sean los elementos reales cuya representación ortodoxa se corresponda con la arquitectura que ofrece la foto. Interesa la concordancia expresiva y cierto tipo de relación formal entre los mismos. Y dentro de esos vínculos las ideas y sensaciones  que pueden evocar en el espectador.

En la imagen, son entidades reales, desde una perspectiva físico-realista, es decir, que la fotografía atrapa directamente, el agua (que no se ve), las hojas suspendidas en la misma agua (que parecen una superposición irreal porque, en principio, no sabemos qué hacen allí) y el presumible cristal donde se refleja la niña (que tampoco tiene una presencia evidente). Los demás elementos, tanto el árbol como la niña son reflejos.  Todo tiene un tinte de irrealidad, de fantasía, casi de cuento.

Al descubrir los puntos de choque,  se desvela que, ciertamente, es un collage de varias fotografías tratadas informáticamente y que el autor de dicha imagen no se ha preocupado en esconder las incongruencias. La imagen está manipulada, no sabemos con qué intención y nos desinforma. Así no es la realidad.
Tal recreación, de algo que podría haber ocurrido, cuya representación no es la ortodoxa según las leyes de las lentes fotográficas, que falsea  con un juego de verosimilitudes lo que hasta hace poco era considerada mirada verdadera y realista de la cámara fotográfica o del cine, nos pone ante la extrañeza, la duda y nos lleva a un dilema.

Sin embargo, ya no nos sorprendemos por tan poca cosa, con las licencias que se permite el arte contemporáneo estos desajustes entre imágenes son minucias insignificantes. Pero, por otra parte, conjuntamente a la desinformación a la que estamos sometidos, se esconde una realidad insoslayable: nuestra forma de mirar, de percibir, de pensar la realidad, ha cambiado.

Lo virtual está en escena. ¿Cómo es esa virtualidad? ¿Cuál y cómo es su relación con la realidad? ¿La desinformación es algo inherente a los medios digitales actuales? ¿Cómo influyen las alteraciones que hacemos en nuestras fotos digitales caseras en la percepción de nuestra realidad cotidiana?

                                            .....................................

Las siguientes fotos también tienen su historia pero aún no la he escrito. Invéntatela y me la envías.


 3.-  Zapatos de museo.


Paco Vivo, Zapatos de museo. 2011



4.- Puente del azar

Paco Vivo, Puente del azar. 2011

 (Amplía esta foto para ver al personaje semioculto en la oscuridad de la maleza)

No hay comentarios:

Publicar un comentario