viernes, 12 de octubre de 2012

Laurisilva y Loroparque



Tu piel roza la cálida arena, tu mente y tu cuerpo se relajan. Sonríes, has llegado al paraíso.

Una joya de la naturaleza casi intacta, con paisajes de enorme belleza. Tu imaginación tendrá que esforzarse para describir sus paisajes.

En solitario, con tu pareja, en compañía de amigos o con la familia, prepárate a vivir experiencias únicas que harán inolvidable tu estancia. Tómate tu tiempo y disfrútalas … para hacer tus sueños realidad.

Estas son frases que encontramos en la promoción de cualquier lugar turístico. Imagina las fotografías o el vídeo que conforma todo el aparato publicitario.

Este tipo de textos, tanto escritos como icónicos, pueden llamarse desinformación, es decir, «dar información técnicamente correcta, pero con la intención de manipular nuestros sentimientos, al servicio de ciertos fines»,  

                                       
httpwww.viajesycircuitos.comislas-canarias-destino-favorito-de-los-espanoles-2

httpwww.cosasdeviajes.comlas-mejores-islas-del-mundo-segun-national-geographic
            

El reclamo ha surtido efecto y ya estamos allí. Buscamos lo que nos prometieron y como no tenemos los ojos del fotógrafo, ni el espíritu del aventurero que hemos visto en el documental, y que a veces deseamos ser, nos resulta difícil cumplir los sueños que nos vendieron.
El paisaje es precioso, al menos se parece a las fotografías. No vamos a decir otra cosa porque todo el mundo dice que es maravilloso. Y, bueno, la publicidad y la opinión de la gente han conformado, desde siempre, nuestro gusto y nos parece, al fin, muy bonito. Pero, seguramente, si desde pequeños nos hubieran dado otras consignas o mejor, no nos las hubieran dado, si hubieran hecho hincapié en que pensáramos por nosotros mismo, ahora sentiríamos otra cosa.



Paco Vivo, Deslizamiento. 2010




En el viaje a la naturaleza esperamos ver aquello que el folleto de la agencia de viajes o la página web promete, algo parecido a un parque temático, pero al comparar el siempre ideal simulacro con la realidad ésta nunca aparece.

Vivimos en el mundo del ocultamiento y como mecanismo de compensación ante el acoso desinformativo viajamos para tener experiencias de la realidad que nos han robado.



Paco Vivo - Rómpase en caso de accidente, 2011


 Buscamos en el paisaje virgen e idílico, prometido por los medios informativos, una ascesis que nos redima de nuestra mala conciencia ante la naturaleza cotidiana domesticada. Imaginamos la selva llena de paz para nuestra tranquilidad, simbolizada por el sendero, que no podemos abandonar por riesgo a perdernos en el caos. De esta forma, desde los lindes de los caminos creamos el paisaje, donde la naturaleza –a la que aún concedemos los epítetos de majestuosa e inquietante- queda como trasfondo, como lo otro de más allá que somos incapaces de conocer.



Paco Vivo - Camino de los pozos, 2010

                            
 Ya no quedan viajeros paseantes, la gran mayoría somos turistas apresurados. Y, la naturaleza que vemos, hoy más que nunca, la hemos convertido en dinero, en economía.

¿Qué nos venden en el viaje hacia la naturaleza? ¿Qué queremos comprar? ¿Queremos comprar el reconocimiento de que hemos vivido, lo que certificamos haciéndonos fotografías? ¿Queremos atrapar el momento, porque los momentos cotidianos han perdido su valor?


Paco Vivo - Inoportunos reflejos del British Museum espejean en el paisaje, 2011

                  
Sin embargo, a pesar de nuestros esfuerzos, esos viajes son momentos de nuestras vidas que quedan industrializados, que pertenecen al intercambio económico, transformando así lo natural en una fábrica. Reconfortante fábrica de promesas de redención, de mentiroso placer, cuyo mayor instrumento de trabajo es la desinformación, el mensaje falaz, y, ahora, su mayor medio Internet.


Paco Vivo - Laurisilva, 2011


Inmersos en nuestro tiempo lineal, tecnológico, productivo, unitario, no comprendemos el tiempo de la naturaleza, no vemos que las cosas naturales tienen su diferente duración y complejidad, su tiempo. Y como no asistimos a su proceso, como no seguimos su paso, no comprendemos los acontecimientos, y tampoco sabemos dotarlos de significado.         
Contemplamos habitualmente fenómenos preñados de ese tiempo natural, un atardecer, la caída de las hojas en otoño, una tormenta y tantos otros fenómenos naturales que, al haber sido publicitados hasta el abotargamiento, han perdido su particularidad y su esencia.



Paco Vivo - La sombra del perro en la noche americana, 2011


Los motivos de estas fotografías son las imágenes del turista que persiguen a las del folleto de promoción de viajes, que emulan la iconografía publicitaria queriendo atrapar el sueño, la idea que le han vendido, aquella que componemos comúnmente en nuestras excursiones buscando lo que creemos es lo sublime de la naturaleza que aparece como emblema en los simulacros propagandísticos, pero algo ocurre en ellas que les imposibilita alcanzar ese estatus.

En las fotografías del turista los elementos que componen la escena, al pertenecer a la vivencia personal -ser el árbol particular del camino en un trecho específico con la luz de la mañana del día tal con unas nubes concretas, etc.- al no ser reconocibles por una mayoría como iguales a las de los medios de comunicación, carecen de valor simbólico añadido, lo que nos desilusiona.


Paco Vivo - Oropeles desinformativos, 2011
Partiendo de las fotografías turísticas y del rechazo o la prevención que tenemos hacia ellas, en donde siempre hay algo que nos incomoda, bien porque no se aprecia el gran abismo de la montaña que había bajo nuestros pies, no se ve aquello que nos llamó la atención o porque en nuestro retrato no está el chico o la chica que deseamos ser, construyo un collage de elementos que chirría en la comparación con la foto de los anuncios. En el alejamiento aparece la aceptación de nuestra verdadera experiencia, en este caso la mía, que a través de fotos movidas o desenfocadas, repeticiones, capas pictóricas de color, etc. recupero o hago mío el territorio por donde he transitado.


Paco Vivo -Tormenta fuera de perspectiva, 2011


Soy  consciente de que no existe la información esencial, el mensaje preciso y unívoco, ya que en la naturaleza, un mismo hecho ofrece infinidad de información, hasta saturarnos. Tampoco en las relaciones humanas los mensajes, aún siendo bien intencionados dan la información más precisa o adecuada.



Paco Vivo - Ruido en el bosque, 2011


Cuando hablamos queremos dar una determinada información, aquello que conscientemente deseamos comunicar. Sin embargo, a pesar nuestro, se nos escapan otros datos inconscientes, a los que podemos llamar ruido (temblor en la voz, manos nerviosas, tic en los ojos o respecto a la imagen colores predilectos, recurrencia en ciertas formas, repetición de esquemas, etc.) que, sumándose a los primeros, dan una información más completa y posiblemente real de aquello que verdaderamente pensamos. Si como receptores estamos atentos no sólo a la información consciente que nos envían, sino también al ruido que nuestros interlocutores producen y, por otra parte, sabemos ser objetivos para controlar o evitar aquello que deseamos escuchar, es decir, no malinterpretamos, entonces tendremos la información más adecuada a la realidad.



Paco Vivo -  Impresión botánica, 2011

 Parece ser que los seres humanos tenemos un hambre innata de estímulo e información y que está en la raíz de nuestra conducta.

Siendo esto así, el artista debe conocer el código de lenguaje, los medios expresivos, para interpretar la realidad, donde encontrará tanto información veraz como confusión, por lo que una de sus funciones será saber reconocer el ruido (información inconsciente) y la desinformación (manifestación intencionada) que junto a los datos fundados transformará para dar consciencia del mundo.


Paco Vivo  - Impresión botánica 2, 2011


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