domingo, 10 de abril de 2016

Emilio Pascual: De viajes y regresos - Palacio Almudí (Murcia)






Exposición de Emilio Pascual en el Palacio Almudí de Murcia.

Desde lo alto de las tapias y los tejados se descubre el perfil de la ciudad, dibujado en los patios de las casas y en los exuberantes jardines. Emilio Pascual, en su estudio, ante un lienzo en blanco, escudriña expectante el vacío. Respirando profundamente. Reflexionando. Vaciándose de lo superfluo. Midiendo el espacio con un gesto del brazo. Nombrando la ausencia con la marca hiriente del grafito. Cargando el pincel, para, en un instante de coraje, arrojarse al vacío guiado por un vivo sentimiento de ser, por una intuición que se materializará en arte.

Emilio Pascual -  Luz abierta.  Óleo y grafito sobre lienzo.  400 x 200 cm.

Emilio es una persona inquieta, siempre con algo entre las manos, siempre con proyectos. Necesita estar activo. Necesita hacer. Pero la acción en su pintura es, en primer lugar, autoafirmación; después, descarga instintiva y, finalmente, autoconocimiento -la percepción de sí mismo a través de insinuaciones paisajísticas. Por esta razón la ciudad será elegida como tema, porque ella le ofrece los elementos gráficos y pictóricos precisos para llevar a cabo ese viaje interior.


Emilio Pascual -  Lugares en la pintura.  Óleo y grafito sobre lienzo.  200 x 200 cm.


Ahora bien, tales referencias paisajísticas no expresan la necesidad de encontrarse con el objeto como vehículo de información explícita para conferir sentido a la pintura.
Por su intermedio, la insinuación naturalista de la imagen se convierte en ficción, en un truco que pone en evidencia la artificialidad del arte. Lo plasmado en el lienzo es una abstracción, no de una realidad objetiva, sino de su experiencia subjetiva poetizada: una ciudad de signos; un paisaje natural sublimado.
Para una pintura que es plasmación de una actitud frente a la realidad, poco importan las referencias a esa misma realidad.



Emilio Pascual -  Recorridos de silencio.  Óleo y grafito sobre lienzo.  200 x 200 cm.


Parece que le interesara, sobre todo, el choque entre el artificio pictórico y la realidad de su propio temblor físico y emocional.
En la duda del grafismo; en la intensidad de la acometida; en la dirección del trazo; en la elección del color y su conjugación con la línea; en la manera de dejar la materia sobre el lienzo; en la forma de ocupar el espacio; en la decisión consecuente de reconocer el sentido o ver el error y saber diluirlo convirtiéndolo en virtud; en todo ello, creo ver los rasgos pictóricos fundamentales de ese conflicto. 

Emilio Pascual -  Preludio IV.  Óleo y grafito sobre papel.  80 x 80 cm.


En su pintura pueden percibirse, dos niveles de pensamiento: la acción como consciencia de sí mismo y junto a ésta, la contemplación como necesidad vital de estar y habitar el mundo.
Apenas la emoción se ha vaciado en el gesto, aparece la necesidad contemplativa. La acción es domesticada por exigencia espiritual, mediante la armonía del color y la razón geométrica -abstracción geométrica ideal que se evade del ámbito representativo naturalista, a pesar de que en ella puedan atisbarse muros y tejados de una ciudad o entonaciones de color que evocan atmósferas realistas.


Emilio Pascual -  Detalle del políptico Un instante.  Óleo y grafito sobre papel.  37 x 37 cm.



Manchas y trazos, escaleras de asalto a la ciudad, como en un sueño convierten la urbe en un ramo de flores. Surgen los tallos que se elevan del búcaro del marco, y estallan exuberantes flores como fuegos de artificio, que al punto se convierten en iridiscentes conglomerados de rocas.


Emilio Pascual -  La nube roja.  Óleo y grafito sobre lienzo.  400 x 200 cm.

Acción y contemplación, dos formas contrapuestas de sentir el mundo hermanadas exquisitamente. 
Por una parte, la intemporalidad de la geometría complementada por el momento presente del gesto y, por otra, la visceralidad expresionista colmada por la espiritualidad geométrica. Entre ambas generan un dinamismo ponderado, fluctuante; un movimiento pendular en el que, desde el gesto-acción se aspira a la armonía ordenada de las formas -armonía que, apenas alcanzada, se desintegra sumida en una dialéctica sin descanso, entre la acción y la contemplación. La pureza geométrica es negada por el gesto violento y pasional; a su vez domesticado de inmediato por el pensamiento analítico.
La geometría adquiere una temporalidad suspendida y el arrebato expresionista un idealismo lírico.


Emilio Pascual -  Los no lugares.  Óleo y grafito sobre lienzo.  200 x 200 cm.

De esta manera, Emilio consigue un equilibrio conflictivo entre la utopía geométrica de la idea pura tutelada por la razón y la pasión del gesto y el color que habla desde el subconsciente. Es su forma de manifestar la lucha perenne de todo creador por satisfacer el anhelo de lo absoluto inalcanzable, como conflicto saludable que no pretende ser ni elemento transgresor, ni cuestionamiento crítico.

Según el punto de vista que se adopte al contemplarlas, estas pinturas se moverían desde el caos y el descreimiento hacia el equilibrio y la esperanza o viceversa.


Emilio Pascual -  Detalle del políptico Un instante.  Óleo y grafito sobre papel.  37 x 37 cm.


De nuevo voy al encuentro del artista en el estudio, justo en el inicio de su trabajo, cuando ataca el lienzo inmaculado con la barra de grafito, creando una incisiva estructura plateada, delimitando los primeros espacios, sin permitirse una floritura orgánica -a lo sumo unas contundentes curvas -, como paréntesis unidos, que sugieren la forma de un ciprés. Líneas adustas que conforman las piezas de la máquina ciudad, la obra humana más voraz, dulcificada felizmente por la sensualidad del color, convirtiéndola en dudosa ciudad amable. 


Emilio Pascual -  Algún camino.  Óleo y grafito sobre lienzo.  400 x 200 cm.


De un cuadro a otro veo la incierta ciudad que se encarama por la ladera de una montaña, y luego baja para mirarse en el espejo tranquilo del mar. Descubro sus diferentes apariencias, a diferentes horas del día, bajo diferentes atmósferas, siempre rodeada por el vacío, envuelta por un blanco marco sin pintura, fondo de pureza nívea que desde los bordes del lienzo encuadra y suaviza las tensiones interiores, testigo y delator de la lucha expresiva interior, reflejada por los chorretones, por las salpicaduras de pintura en la parte inferior, índice de la acción que nos habla de lo accidental, del empeño en dejar constancia de lo verdaderamente natural frente al artificio pictórico. De nuevo la paradoja, el juego de espejos, el ir y venir entre lo pictórico y lo natural.


Emilio Pascual -  En pleno día.  Óleo y grafito sobre lienzo.  200 x 200 cm.


Emilio Pascual empieza otro cuadro, una nueva estructura que no permite demasiados cambios. Insiste en el esquema primigenio como si fuera un mantra. Ha forjado su estilo, su obra es un trabajo consolidado, reconocible, es la expresión de su personalidad, de su forma de ser.
El trabajo en series es un reflejo de esa personalidad, lo que nos indica que Emilio es un artista metódico, coherente, comprometido con el trabajo y su desarrollo.


Emilio Pascual - Verde con sol.  Óleo y grafito sobre lienzo.  200 x 200 cm.


Una serie es un camino de investigación entendido como proceso, como evolución que permite ahondar en el elemento explorado, valorando la mirada desde diferentes ángulos, los físicos y los de la memoria.
De este modo se produce una relativización, tanto del objeto como de la mirada que a él se dirige. En la repetición, el tiempo deja de ser contingente, el instante se hace eterno y lo infinito se siente en un soplo.

Emilio Pascual -  Preludios XXXI hasta XXXIV.  Óleo sobre papel.  80 x 80 cm.



La serialidad debe entenderse no sólo en el aspecto compositivo y formal del paso de un cuadro a otro, sino también en la repetición del trazo, en la insistencia de la mancha de color, en la reiteración de las formas geométricas o de los símbolos naturalistas en el mismo cuadro. En esta repetición de elementos pictóricos, Emilio Pascual no representa un momento visto en la naturaleza, aunque realmente lo haya vivido, sino que hace una referencia a lo ya creado, al cuadro anterior de la serie, estableciendo un diálogo interno que habla de la pintura en sí misma y de su lenguaje.


Emilio Pascual -  Preludios III/IV/V/VI.  Óleo sobre papel.  80 x 80 cm.


Sin embargo, lo accidental en las series provoca una variación en su desarrollo, confiriendo al grupo un sentido narrativo. El enfoque de serie se percibe diáfanamente en los dibujos, donde los mismos elementos cambian de posición de un trabajo a otro, dando la sensación de salto de perspectiva o de paso del tiempo.


Emilio Pascual -  Preludios XV/XVI/XVII/XVIII.  Óleo sobre papel.  80 x 80 cm.


Inevitablemente las series siempre introducen una sospecha sobre el aura del creador y la autoría de la obra. Las similitudes plantean la cuestión de la imitación y de la copia, poniendo en duda el valor transcendente del cuadro único que atesora las propiedades del genio y la esencia del espíritu a lo largo del tiempo.

Rauschenberg hizo dos cuadros iguales para demostrar que ni el impulso ni el método hacen por sí solos una obra de arte, sino más bien una mezcla de la intención y el azar, gestos impulsivos y el pensamiento.


Emilio Pascual -  Un instante.  Óleo y grafito sobre papel.  Políptico de 60 obras de 37 x 37 cm. .


Sea como fuere, ¿porqué no ver en sus series una forma consciente de plasmar la alienación del individuo en la ciudad y su vida rutinaria y gris?


Tal vez el Emilio Pascual pintor no haya pensado en nada de esto, pero si un espectador llega a tales conclusiones es porque el juego artístico, más allá del individuo, tiene la capacidad de crear el mundo, o, al menos, de dotarlo de sentido.


Paco Vivo


Con la colaboración de Máximo García.






Quedan por mencionar las magníficas esculturas que completan la muestra.
Me abstengo de hacer una referencia a las expuestas porque merecen una exposición específica, donde muestren todo su potencial.


Emilio Pascual - Arquitectura del aire / Hierro esmaltado / 330 x 230 cm.



Emilio Pascual - Arquitectura del aire / Hierro esmaltado / 320 x 277 cm.