¡Cómo pasa el tiempo! Hace ya tres años que no cojo un
pincel. Sin embargo, considero que no he dejado de pintar en todo este periodo.
He hecho algunos vídeos y sobre todo fotografía, miles de fotografías, de las
que he trabajado digitalmente algunos cientos.
El primer pálpito que se me impone a cualquier otra
sensación es el de la pregunta ¿Por qué
fotografía en vez de pintura? De forma espontánea y mordaz me contesto:
porque no me mancho las manos. Tras el golpe campechano me vienen otras
impresiones. Así, me digo que es cuestión de apetencia. Porque encuentro en la fotografía, en
estos momentos, unos matices que me hacen disfrutar. Aunque, echo de menos el
silencio de la concentración antes de dar una pincelada frente el ruido sordo
de fondo del ordenador. Lógicamente, antes he apretado el botón, es decir, hay
un plan previo. No todo es postproducción.
No sé si los pinceles no salen de su cajón
por el antiguo pecado de la acedía, que para muchos fue inspiración, o porque
las nuevas posibilidades tecnológicas son generosamente expresivas.
Paco Vivo, Paseo nocturno con Niepce. 2011 |
Con
la fotografía no estoy sujeto a la construcción física de la forma. Parto de un
esquema dado por la impresión lumínica. En pintura tengo que trazar
materialmente sobre la superficie impoluta del soporte una estructura, dar
color, vigilar el trazo, proporcionar los elementos que dispones. Cualquier
paso que doy deja una huella que condiciona el siguiente, aunque lo tape o
borre. La primera decisión conforma el resultado final. Picasso explicaba que
la propia pintura le decía lo que tenía que hacer. Un trazo pide otro, un color
una correspondencia.
En fotografía digital postproducida me
ocurre algo parecido, pero no es tan directo, las resonancias de un paso llaman
a otros pero su vinculación es menos aprehensible. Por otra parte, los pasos de
creación digital son etéreos, no me refiero a que no se note la herramienta
utilizada para conseguir determinados efectos, sino a que para llegar a punto
he desechado otras posibilidades que he trabajado y que no están en la solución
final y de ellas no queda ninguna huella porque he tirado esas capas que no me
interesaban para que el documento no pese demasiado. Podría dejarlas, pero muchas
de ellas no merecen la pena.
Doy por descontado que la fotografía se
construye, como una pintura, una escultura, una instalación, etc. que no
depende de un instante inalterable. La huella fotográfica puede estar arropada
por muchos parámetros que se pueden manipular y aunque no sean propiamente,
como podríamos entender por la etimología de la palabra, escritos por la luz,
son tan lícitos artísticamente como si proviniesen de la mismísima cámara
oscura de Niepce.
Paco Vivo, Paseo sobre los tejados de Niepce. 2011 |
Tanto la pintura como la fotografía
dependen de una técnica que el artista debe dominar. Las dos técnicas han
cambiado a lo largo de la historia, pero la fotografía está influida en mayor
grado por el progreso tecnológico. No podemos pedir las mismas cualidades
expresivas a una fotografía de cámara estenopeica que a otra digital, lo mismo
que no le pedimos la misma impronta a una acuarela que a una pintura al óleo,
cada técnica tiene su prestancia. Cada técnica ofrece sus peculiaridades de
expresión y en la actualidad la fotografía digital tiene unas características
que hay que aprovechar para concretar ideas artísticas particulares que sólo te
dará esta técnica. Cuando ésta cambie, cambiará su forma expresiva. ¿Será
entonces fotografía? Personalmente poco me importa cómo se le llame, me
importará qué características ofrecerá tal técnica para la creación.
Paco Vivo, El otro lado. 2011 |
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