domingo, 24 de marzo de 2013

Fotografiar la cotidianidad





1 Fotografiar la cotidianidad


Cada vez que deambulo por las nuevas avenidas que van a los centros comerciales de mi ciudad veo a gente subir al tranvía y recuerdo el exaltado deseo de mi hijo, aún pequeño, por pasearse en lo que para él eran grandes coches de feria.
En aquel entonces, tampoco yo lo había utilizado y pensé que, lo que para nosotros era una aventura, para quienes diariamente usaban el tranvía, tal hecho, se convertía en algo cotidiano, sin trascendencia.                            
Tiempo después, en uno de mis vagabundeos, queriendo atrapar la cotidianidad y evocar  sensaciones pasadas, decidí tomar fotografías del tranvía y sus usuarios.

      
2 Fotografiar la cotidianidad
        
      
Para no intervenir en su espontaneidad y no perturbar la acción diaria con la presencia de la cámara, comencé a tomar fotografías desde la acera opuesta con un teleobjetivo. Aquel aparataje llamaba la atención de los viandantes, que me miraban con extrañeza y supuse que inventaban una historia sobre mi actividad. Podrían pensar, por ejemplo, que era un detective siguiendo y documentando los pasos de un político corrupto. Lo que, evidentemente, estaba muy alejado de mi cotidianidad personal.

3 Fotografiar la cotidianidad
           

 Como, desde tanta distancia, la actividad de la gente en los espacios del tranvía no se apreciaba con claridad y los abundantes coches que pasaban por la avenida me interrumpían la escena, fui a los andenes.              

4 Fotografiar la cotidianidad
                   
 
Con las primeras fotos creía que fotografiaba la cotidianidad. Pero, a lo largo de la sesión, mientras buscaba el instante que reflejara más adecuadamente la idea, reparé en que, así como los viajeros no sabían nada de mí, yo no sabía nada de ellos y al no saber lo que sentían aquellas personas posiblemente no fotografiaba su cotidianidad. ¿Qué cotidianidad estaba fotografiando entonces? Comprendí que, fotografiaba un tipo de cotidianidad: mi cotidianidad como espectador, como fisgón o voyeur que veía a unas personas que iban a tomar el tranvía.

5 Fotografiar la cotidianidad


No había transcurrido mucho tiempo cuando, no sé de donde, apareció un revisor del tranvía para decirme que si era periodista tenía que pedir permiso para poder hacer fotos al convoy o a las instalaciones y que en cualquier caso no podía publicarlas si no tenía susodicha autorización. 

6 Fotografiar la cotidianidad
El trato que nos dispensamos fue muy cordial, dentro de lo que establecen las normas sociales y el sentido común. El inspector tenía un papel que cumplir, representaba a un estamento y realizó un discurso ya sabido, preciso y pertinente para dicha situación. Le dije que eran fotografías personales que no iban a ser publicadas en ningún periódico y desapareció igual que vino. 


7 Fotografiar la cotidianidad

Si no hubiera estado alerta, queriendo ser un observador crítico, manteniéndome alejado de la situación, tal hecho no hubiera merecido más comentario. Pero, precisamente, lo que me interesa resaltar es que el código de las relaciones cotidianas intersubjetivas funcionó como debía ser, sin ser advertido y que por tal razón el acontecimiento se desarrolló civilizadamente y la anécdota transcurrió con normalidad. Aunque, en la gran mayoría de los casos, lo cotidiano social se produce sin ser notado, ¿qué ocurre con lo más personal?, de nuevo interpretaban mi acontecer de forma lejana a la realidad.


8 Fotografiar la cotidianidad

                   

Subí al tranvía y entablé conversación con una de las personas que acababa de fotografiar y resultó, para mi sorpresa, que era la primera vez que había utilizado un tranvía. Yo creía haber fotografiado la cotidianidad de una persona, pero para ese individuo no era una acción cotidiana. Yo, también había malinterpretado sus vivencias. ¿Qué se trasluce en una fotografía de la verdadera realidad de las personas? No puedo más que admitir que yo, a través de imágenes, no sé reconocer la realidad de nadie. La fotografía no me habla de la cotidianidad de una persona, advertir la cotidianidad en una imagen depende de la interpretación de quien ve la fotografía. De este incidente deduje que desde el exterior no es posible establecer qué es cotidiano o no, sólo sabemos lo que es cotidiano para nosotros.

9 Fotografiar la cotidianidad
                          
Incluso diría que lo cotidiano no es el hecho que sucede, que no son las cosas, que lo cotidiano no es objetivo, que es, más bien, el cómo vivimos subjetivamente la experiencia de lo que nos acontece en el mundo. Se puede salir y entrar en lo cotidiano en segundos. Un acto común, como fregar los platos, puede ser cotidiano o extraordinario dependiendo de nuestra actitud ante la realidad.

               
10 Foto encontrada en Internet







1 comentario:

  1. Muy interesante la visión de lo cotidiano estudiándola a pie de calle y dándose cuenta de que es difícil ser partícipe de la cotidianeidad de otros.

    Me gusta la composición de las fotos. Se nota que aunque sean de este tipo las haces con criterio =P

    ResponderEliminar