1 Fotografiar la cotidianidad |
Cada vez que deambulo por
las nuevas avenidas que van a los centros comerciales de mi ciudad veo a gente
subir al tranvía y recuerdo el exaltado deseo de mi hijo, aún pequeño, por pasearse
en lo que para él eran grandes coches de feria.
En aquel entonces, tampoco
yo lo había utilizado y pensé que, lo que para nosotros era una aventura, para
quienes diariamente usaban el tranvía, tal hecho, se convertía en algo cotidiano,
sin trascendencia.
Tiempo después, en uno de mis
vagabundeos, queriendo atrapar la cotidianidad y evocar sensaciones pasadas, decidí tomar fotografías
del tranvía y sus usuarios.
2 Fotografiar la cotidianidad |
Para no intervenir en su
espontaneidad y no perturbar la acción diaria con la presencia de la cámara,
comencé a tomar fotografías desde la acera opuesta con un teleobjetivo. Aquel
aparataje llamaba la atención de los viandantes, que me miraban con extrañeza y
supuse que inventaban una historia sobre mi actividad. Podrían pensar, por
ejemplo, que era un detective siguiendo y documentando los pasos de un político
corrupto. Lo que, evidentemente, estaba muy alejado de mi cotidianidad
personal.
3 Fotografiar la cotidianidad |
Como, desde tanta distancia, la actividad de
la gente en los espacios del tranvía no se apreciaba con claridad y los
abundantes coches que pasaban por la avenida me interrumpían la escena, fui a
los andenes.
4 Fotografiar la cotidianidad |
Con las primeras fotos creía
que fotografiaba la cotidianidad. Pero, a lo largo de la sesión, mientras
buscaba el instante que reflejara más adecuadamente la idea, reparé en que, así
como los viajeros no sabían nada de mí, yo no sabía nada de ellos y al no saber
lo que sentían aquellas personas posiblemente no fotografiaba su cotidianidad.
¿Qué cotidianidad estaba fotografiando entonces? Comprendí que, fotografiaba un
tipo de cotidianidad: mi cotidianidad como espectador, como fisgón o voyeur que
veía a unas personas que iban a tomar el tranvía.
5 Fotografiar la cotidianidad |
No había transcurrido mucho
tiempo cuando, no sé de donde, apareció un revisor del tranvía para decirme que
si era periodista tenía que pedir permiso para poder hacer fotos al convoy o a
las instalaciones y que en cualquier caso no podía publicarlas si no tenía
susodicha autorización.
El trato que nos dispensamos fue muy cordial, dentro de
lo que establecen las normas sociales y el sentido común. El inspector tenía un
papel que cumplir, representaba a un estamento y realizó un discurso ya sabido,
preciso y pertinente para dicha situación. Le dije que eran fotografías
personales que no iban a ser publicadas en ningún periódico y desapareció igual
que vino.
7 Fotografiar la cotidianidad |
Si no hubiera estado alerta, queriendo ser un observador crítico,
manteniéndome alejado de la situación, tal hecho no hubiera merecido más
comentario. Pero, precisamente, lo que me interesa resaltar es que el código de
las relaciones cotidianas intersubjetivas funcionó como debía ser, sin ser
advertido y que por tal razón el acontecimiento se desarrolló civilizadamente y
la anécdota transcurrió con normalidad. Aunque, en la gran mayoría de los
casos, lo cotidiano social se produce sin ser notado, ¿qué ocurre con lo más
personal?, de nuevo interpretaban mi acontecer de forma lejana a la realidad.
8 Fotografiar la cotidianidad |
Subí al tranvía y entablé conversación
con una de las personas que acababa de fotografiar y resultó, para mi sorpresa,
que era la primera vez que había utilizado un tranvía. Yo creía haber
fotografiado la cotidianidad de una persona, pero para ese individuo no era una
acción cotidiana. Yo, también había malinterpretado sus vivencias. ¿Qué se
trasluce en una fotografía de la verdadera realidad de las personas? No puedo
más que admitir que yo, a través de imágenes, no sé reconocer la realidad de
nadie. La fotografía no me habla de la cotidianidad de una persona, advertir la
cotidianidad en una imagen depende de la interpretación de quien ve la
fotografía. De este incidente deduje que desde el exterior no es posible
establecer qué es cotidiano o no, sólo sabemos lo que es cotidiano para
nosotros.
9 Fotografiar la cotidianidad |
Incluso diría que lo cotidiano no es el hecho que sucede,
que no son las cosas, que lo cotidiano no es objetivo, que es, más bien, el
cómo vivimos subjetivamente la experiencia de lo que nos acontece en el mundo. Se puede salir y entrar en lo cotidiano en segundos. Un
acto común, como fregar los platos, puede ser cotidiano o extraordinario
dependiendo de nuestra actitud ante la realidad.
10 Foto encontrada en Internet |
Muy interesante la visión de lo cotidiano estudiándola a pie de calle y dándose cuenta de que es difícil ser partícipe de la cotidianeidad de otros.
ResponderEliminarMe gusta la composición de las fotos. Se nota que aunque sean de este tipo las haces con criterio =P