(Reflexiones en torno a unas fotografías)
1.- La doble mentira del espejo.
Verdes campos bajo diamantina luz, tamizada por una sucesión de
nubes, me empujan a recoger un paisaje poblado de grandes árboles y salpicado,
ora de pequeñas casas, después grandes edificios, naturaleza urbanizada y al poco
tiempo bosque impenetrable.
Constable a cada instante. Voy en un tren londinense que me lleva
desde Osterley hasta Piccadilly Circus. A través de la ventanilla fotografío el
paisaje y los resortes de mi cámara resuenan llamando la atención de mis
vecinos de viaje. Lo que ellos no saben es que en las fotografías de la campiña
aparecen sus reflejos en los cristales del vagón. Aunque, por mis movimientos
de búsqueda de encuadre, puede que alguno lo intuya.
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Pavo Vivo, La doble mentira del espejo. 2011 |
Las
vacaciones han pasado y ya en casa, frente al ordenador, reorganizo las figuras
que dan sustancia a los reflejos en los cristales. Elementos
que forman parte de una acción ajena a la suya propia, para crear una ilusión, otro
sentido de las cosas en un juego narrativo, en una superposición ficticia de
imágenes que crea incertidumbre y sospecha de falsedad para
quien conozca las leyes de la óptica o simplemente sea buen observador.
En la
fotografía La doble mentira del espejo,
vemos un paisaje de los alrededores de Londres, donde se repiten varias veces
las mismas nubes, los mismos árboles y hasta el mismo edificio; todo ello
porque la imagen está compuesta por varias fotografías del mismo lugar hechas
sucesivamente desde un tren en marcha.
Sobre
el paisaje se superponen los reflejos transparentes de dos rostros difusos -por
el comprensible desenfoque de profundidad de campo- el de un chico que mira a
una chica, que a su vez, inesperadamente, con sosiego y naturalidad, nos mira a
nosotros, los espectadores.
Como
la imagen es un reflejo en el cristal, ella, para los que se encuentran en el
vagón, está mirando el paisaje. Pero, a
quien en realidad observa es al fotógrafo. La chica está casi de espaldas al mismo,
por lo que éste sólo en el reflejo y a través del objetivo descubre que le está
mirando a él, creando una complicidad de la que no es consciente su compañero.
Hecho
que puede comprenderse en el siguiente gráfico:
Paisaje visto a través del ventanal
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Reflejo chica Cristal Reflejo chico
|
Chica
|
Chico
|
Cámara fotográfica
|
La situación que se da en el esquema nunca existió. A no ser que hubiera sido teatralizada poca gente dejaría que un desconocido se interpusiera entre ella y la persona con la que está hablando y le fotografiara abiertamente, aunque fuese a una distancia prudencial.
Sin
embargo, a pesar de ello, la imagen muestra una organización verosímil y al explorarla,
es cuando encontramos otro sentido al de la imagen que creíamos verdadera. En
este segundo orden se reorganizan los significados y ocurre algo parecido a la
figura del retruécano, donde una oración deviene en otra subsiguiente, y al
invertirse la posición de los términos que se repiten, el sentido de la segunda
oración contrasta con el de la primera.
Aunque en primera instancia nos quedamos
con el juego psicológico, para miradas perspicaces la foto deriva hacia otras
cuestiones. No es una fotografía idílica de un día de campo donde una pareja
feliz sale reflejada en el cristal de un tren. En la narración de situaciones
misteriosas y paradójicas hay una desinformación, un juego de engaños.
Si
la fotografía hubiera sido hecha realmente con los personajes reflejados en el
ventanal del tren también se habría mostrado el fotógrafo. El que no esté allí
resulta paradójico y nos hace sospechar. Aunque podría estar justo tras la
figura del chico. Pero, a pesar de ello, al no aparecer, ese tercer personaje
reflejado, mirando de frente –el que observa la acción- es como si hubiera un
espectador misterioso, nosotros mismos, los espectadores de la fotografía, que
como voyeurs miramos por un agujero y al ser descubiertos por la chica
borramos nuestra presencia. Algo así como en la película El show de Truman pero a la inversa, porque quien es puesto ante una
situación embarazosa, ante el engaño, es el público.
Doble
mentira del espejo artificio de la fotografía.
2.- Espejos
vespertinos.
Tras un día de paseo y juegos en el campo, al anochecer, se
retiran los excursionistas. Desde el
coche, a su paso por la orilla de una acequia, una niña mira el lento
transcurrir de la corriente intrigada por el espectral reflejo de las
ramas. Sobre la parsimoniosa corriente
de agua flotan unas hojas que anuncian el incipiente otoño.
En la visión apresurada de la contemporaneidad, donde los
acontecimientos no disponen de su tiempo, el padre, por encima de la chiquilla,
hace una atropellada fotografía intentando recoger lo efímero del instante, con
el deseo de incluir en el encuadre el árbol, las hojas y el reflejo infantil que se produce en el cristal de la ventanilla,
pretensión que le hace llevar al límite las leyes de la perspectiva.
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Paco Vivo, Espejos vespertinos. 2011 |
Esa es la escena y como toda la serie, esta fotografía es
verosímil a pesar de las incongruencias.
Estamos en guardia y el
análisis minucioso nos descubre las incoherencias en la imagen. La más obvia,
el tamaño del rostro de la niña en comparación con las enormes hojas que están
más lejos que el cristal donde ella se refleja. Para la dimensión que tiene el
reflejo de la niña, ésta debería estar lejos del cristal y entonces no podría
ver bien la escena de la acequia. Además
de tener una perspectiva insólita.
Por otra parte, el
coche debería circular justo al borde o más bien por encima del agua para que pudieran
verse con ese ángulo y cercanía las hojas y el árbol reflejado desde dentro del
automóvil.
¿Qué hacen allí esas hojas de un color demasiado saturado
para la luz del anochecer? ¿Realmente flotan sobre el agua? ¿Hay verdaderamente
agua que refleja las ramas de un árbol? Y ¿por qué no se corresponden las ramas
en su paso de la mirada directa a la visión a través del cristal de la
ventanilla? ¿Responde esto a una causa física?
Poco importa cuáles sean
los elementos reales cuya representación ortodoxa se corresponda con la
arquitectura que ofrece la foto. Interesa la concordancia expresiva y cierto
tipo de relación formal entre los mismos. Y dentro de esos vínculos las ideas y
sensaciones que pueden evocar en el
espectador.
En la imagen, son
entidades reales, desde una perspectiva físico-realista, es decir, que la
fotografía atrapa directamente, el agua (que no se ve), las hojas suspendidas
en la misma agua (que parecen una superposición irreal porque, en principio, no
sabemos qué hacen allí) y el presumible cristal donde se refleja la niña (que
tampoco tiene una presencia evidente). Los demás elementos, tanto el árbol como
la niña son reflejos. Todo tiene un
tinte de irrealidad, de fantasía, casi de cuento.
Al descubrir los puntos de choque, se desvela que, ciertamente, es un collage de
varias fotografías tratadas informáticamente y que el autor de dicha imagen no
se ha preocupado en esconder las incongruencias. La imagen está manipulada, no
sabemos con qué intención y nos desinforma. Así no es la realidad.
Tal recreación, de
algo que podría haber ocurrido, cuya representación no es la ortodoxa según las
leyes de las lentes fotográficas, que falsea con un juego de verosimilitudes lo que hasta
hace poco era considerada mirada verdadera y realista de la cámara fotográfica
o del cine, nos pone ante la extrañeza, la duda y nos lleva a un dilema.
Sin embargo, ya no nos sorprendemos por tan poca cosa, con
las licencias que se permite el arte contemporáneo estos desajustes entre
imágenes son minucias insignificantes. Pero, por otra parte, conjuntamente a la
desinformación a la que estamos sometidos, se esconde una realidad
insoslayable: nuestra forma de mirar, de percibir, de pensar la realidad, ha
cambiado.
Lo virtual está en escena. ¿Cómo es esa virtualidad? ¿Cuál
y cómo es su relación con la realidad? ¿La desinformación es algo inherente a
los medios digitales actuales? ¿Cómo influyen las alteraciones que hacemos en
nuestras fotos digitales caseras en la percepción de nuestra realidad
cotidiana?
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Las siguientes
fotos también tienen su historia pero aún no la he escrito. Invéntatela y me la
envías.
3.- Zapatos de museo.
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Paco Vivo, Zapatos de museo. 2011 |
4.- Puente
del azar
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Paco Vivo, Puente del azar. 2011 |
(Amplía esta foto para ver al personaje
semioculto en la oscuridad de la maleza)