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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 1 |
Hace unos días visité La vida eterna, exposición de Pablo
Genovés en la sala Verónicas de Murcia. Al mismo tiempo que hacía fotografías
de la exposición, escribía algunas rápidas notas, flashes de ideas, para luego
hilvanar un texto. La primera idea que anoté fue: lo estático cobra lentamente movimiento.
Y de pronto se me hizo presente la novela de Miguel Ángel Hernández Instante de peligro. Lo apunté en mi
libreta y ya no pude quitarme esta referencia de la cabeza.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 2 |
Tras un breve paseo por la sala, escribí
otras observaciones: el espectador participa de la obra por medio de su sombra,
¿intencionado?; fotografías construidas; señalar la relación entre realidad y ficción
dentro de la imagen y con el espacio expositivo; adecuación de la obra a la
sala; las imágenes necesitan ese tamaño; tiempo pasado–tiempo presente (planeta
de los simios); catástrofe: la civilización occidental se desmorona; relación
del sonido y la imagen; escena teatral.
Pero, antes de extenderme en cada
idea, me apetecía dejarme inundar de sensaciones. No era el momento para
desarrollar un texto. Deambulé por la sala buscando lugares estratégicos y
cuando veía un encuadre sugerente lo fotografiaba. La fórmula expresiva y compositiva
se impuso ella misma. Nada más tenía que captar el diálogo entre las imágenes de
Genovés y el espacio de la iglesia donde se exponían. La resonancia entre los
arcos de las naves, reales y ficticios, habló por sí sola y me ofreció
directamente el ritmo y la estructura formal.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 3 |
Los problemas que encontré fueron
más bien de orden técnico, ya que no llevaba trípode y la luz era escasa, solo tenía
la que se reflejaba de las proyecciones de los vídeos sobre las paredes, imágenes
fotográficas fijas de los elementos de la obra conocida del artista, que
cobraban movimiento cambiando de tamaño, deslizándose, acercándose o alejándose
unas de otras. Menos mal que la acción y el dinamismo en el interior de las
imágenes era lento y parsimonioso, como si el tiempo se extendiese, creando otro
tiempo diferente al real, un tiempo ilusorio, un tiempo de las ideas.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 4 |
Esa relación tan íntima y directa
entre los elementos arquitectónicos, fácticos e imaginarios, me producía una
sensación de extrañeza. Por un lado los monumentos de las imágenes me traían la
huella del tiempo. Las postales de principios o mediados del siglo XX, de donde
habían sido recogidos, fueron hechas con un sistema fotográfico de técnica
analógica, con calidad de impresión antigua, de perspectivas diferentes a las miradas
actuales, y todo ello, se nos presenta, muchas veces, sin que nos diéramos
cuenta, pasado por el filtro de lo contemporáneo y digital.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 5 |
El primer choque estaba en ese juego,
incluso podría decir, en ese duelo representacional, donde la fotografía de
monumentos antiguos, que fue concebida como documento de la realidad, era
subvertida y trastocada en algo ilógico de tintes surrealistas, por la técnica digital y por la
yuxtaposición con imágenes que producían la paradoja. ¿Cómo podía el mar estar
dentro de una catedral? Aunque pudiera darse en una catástrofe que una iglesia
se inundara, es muy extraño que se produjeran en su interior olas de cinco
metros.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 6 |
Por otro lado, existía un segundo
juego, la singularidad venía del enfrentamiento de ese momento inverosímil de
la imagen plana con la realidad corpórea y volumétrica de la nave de la
iglesia. Dos veces la misma lucha entre realidad y ficción: una dentro de la
imagen y otra en el choque de ésta con el espacio real.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 7 |
A pesar de la incongruencia, los
dos ambientes -el de la imagen proyectada y el de la sala de exposición-
parecían unirse en un mismo espacio. La ilusión hubiera sido perfecta de no ser
por la diferencia de luminosidad y porque el agua o las nubes no llegaban a
inundar ambos recintos.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 8 |
Pensé en un gran cristal que,
como en un gran acuario, separaba los dos mundos, reteniendo el agua y la
catástrofe al otro lado del espejo. Di las gracias por no estar a merced de las
olas, entre el lodo o el ramaje caído después de la gran tormenta y agradecí
poder tener la experiencia sin sufrir físicamente.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 9 |
Aunque no pude dejar de
sentir cierta turbación al ver cómo se anegaban los lugares del saber, cómo
eran destruidos los templos del conocimiento. La alarma venía de la evidente
visión de desmoronamiento de la cultura occidental -al ser devastados palacios,
templos y bibliotecas- de la convicción de su decadencia moral, por la puesta
en tela de juicio de su poder político, de sus creencias religiosas y de la
bondad de su avance tecnológico.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 10 |
Sabía que las imágenes enlazadas
en los fotocollages eran imágenes de postales rescatadas en mercadillos, que
tuvieron una función diferente a la que ahora se les daba. Eran fotografías que
fueron creadas para mostrar la realidad, que llevaban implícito un rasgo de
memoria y aquí, por mor de una extraña unión, eran convertidas en algo
irracional. Advertí que, vinculado a las demás interpretaciones dadas, había otro
sutil mensaje dirigido hacia el arte y la vigencia de determinadas formas de
representación, hacia la manera occidental de aprehender el mundo.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 11 |
No podía dejar escapar las ideas
que iban surgiendo y de nuevo comencé a tomar nota de las intuiciones que me venían
a la cabeza, por ejemplo: somos los últimos que miramos este lugar antes de su
desaparición; se destruye la memoria; imágenes del pasado que se reinterpretan
contradiciendo su vigencia y su lógica; sentimiento romántico -la naturaleza
contra la obra del hombre; entre el drama de la catástrofe y la belleza de los
espacios de cultura surge lo sublime; se acaba una forma de comprender el
mundo; paradoja: imágenes de tranquilidad violenta.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 12 |
En otra visión, los casquetes
polares se habían derretido y las ciudades costeras eran devoradas por el mar. Aparecían
las nubes, símbolo de lo nefasto de nuestra civilización y descargaban con
furia su líquida señal, trayendo, sorprendentemente, naturaleza, el caos como
origen de lo que está por venir.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 13 |
Y como el desastre ocurrió de
repente, no se pudieron salvar las obras de arte y menos aún iglesias y
palacios que irremisiblemente quedaron a merced de los elementos. La gente
había tenido que abandonar todo lo inundado y no sabemos por qué, nadie volvía
y se enfrentaba a la debacle. Nadie trataba de salvar ni un solo vestigio de la
cultura. Las obras de la civilización
habían sido abandonadas porque ya no se les encontraba sentido. Y nosotros, los
espectadores, éramos los visitantes del desastre que paseábamos entre las
ruinas como los personajes de la película El
planeta de los simios ante la estatua de la libertad semienterrada en la
arena de la playa.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 14 |
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 15 |
Ante este panorama choqué con el
muro en mitad del
templo. Es raro encontrar un viejo muro, medio derruido, desconchado, en medio de
la exuberante nave central de una catedral. No era creíble que el agua u otro
medio natural lo transportase hasta allí o fuera construido en el lugar por
motivos desconocidos. El muro era, evidentemente, una licencia artística, un
proceso intelectual. Por la contraposición de ruina frente a la magnificencia
del templo se traduce como metáfora del paso del tiempo, de lo humilde y lo
opulento. Por otra parte, un muro delimita un espacio, es un obstáculo que
impide el paso o no permite llegar directamente a algún sitio, luego, simbólicamente
puede interpretarse como aquello que no te deja o te pone trabas para
comprender.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 16 |
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 17 |
La ausencia de la figura humana
en las imágenes me hizo pensar en un hecho apocalíptico, en el estallido de una
guerra nuclear, en la caída de un meteorito, en una enfermedad pandémica a la
que nadie sobrevive. Sin embargo, el canto de los niños en el sonido que
acompañaba a las imágenes, traía un signo de esperanza. La humanidad estaba ahí
esperando otros momentos. El canto parecía provenir de un sueño o de otro
tiempo y portaba el deseo de un futuro mejor.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 18 |
Pero también se escuchaba el
tableteo de una maquinaria de derribos que acompañaba a inquietantes imágenes de destrucción.
Si en el recorrido no habías seguido el orden de las imágenes del vídeo de la
sala principal, según en qué sonido e imagen hubieras reiniciado la narración,
podría entenderse un significado diferente, bien de confianza en el porvenir,
bien de pesimismo.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 19 |
Reparé en esta circunstancia cuando venía de la
sala que, creo, se llama coro monacal, que está al fondo de la nave principal
de la iglesia tras las rejas de clausura y que en su día ocupaban las monjas para
asistir a los servicios religiosos. Allí había unas proyecciones de imágenes
fijas de espacios cerrados que parecían cárceles. De nuevo la relación
simétrica entre el espacio ficticio de las posibles celdas de las imágenes y el
espacio real de un convento de clausura que se convertía en metáfora. Al no
encontrar pistas sobre su significado podía entender aquella analogía como
espacio de recogimiento o espacio de tortura.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 20 |
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 21 |
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 22 |
Por último pedí al vigilante que pusiera en marcha el vídeo que se
visionaba en una pantalla electrónica. Desde la máxima luminosidad se definía
poco a poco una difusa estancia inundada
que en un zoom de alejamiento, conforme la imagen se ampliaba, dejaba adivinar
un palacio barroco. Esta vista sobre el agua daba paso a otra pieza anegada
llena de recargadas columnas y pomposas lámparas. En la paulatina retirada de
la cámara, las olas del mar tomaban, a cada instante, más presencia hasta
alcanzar una pedregosa playa que aparecía enmarcada por un escenario teatral
cuya platea había desaparecido dejando su espacio a grandes rocas. Con la misma
lentitud en la que se habían sucedido las imágenes, éstas se fundían de nuevo
en blanco.
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 23 |
Al salir recogí las hojas informativas sobre la exposición.
Y, sorpresa, el texto estaba escrito por Miguel Ángel Hernández.
Pero, cómo es la memoria. Ahora, después de unos días,
al escribir estas líneas, tengo la duda de si realmente sonaba el estridente
sonido de la máquina de derribos o bien soy yo quien, en el recuerdo, la hace sonar. Si no estoy seguro
de esto, cómo puedo decir lo que eran las imágenes del pasado. Articular históricamente el pasado no
significa conocerlo “como verdaderamente ha sido”. Significa apoderarse de un
recuerdo tal como éste relampaguea en un
instante de peligro. (Cita de Benjamin en la novela de Miguel Ángel
Hernández)
Qué difícil desligarse del texto de M.A.H. Hace una interpretación extensa
y muy acertada de la exposición y no hay más remedio que reproducir sus
reflexiones.
Podrás visitar La vida eterna
hasta el próximo 17 de abril de 2016.
Después todos volveremos a ser mortales.
También puedes ver y disfrutar de más obras de Pablo Genovés en su página
web:
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Pablo Genovés - Sala Verónicas de Murcia - 24 |