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Exposición de Emilio Pascual en el Palacio Almudí de Murcia. |
Desde lo
alto de las tapias y los tejados se descubre el perfil de la ciudad, dibujado
en los patios de las casas y en los exuberantes jardines. Emilio Pascual,
en su estudio, ante un lienzo en blanco, escudriña expectante el vacío.
Respirando profundamente. Reflexionando. Vaciándose de lo superfluo. Midiendo
el espacio con un gesto del brazo. Nombrando la ausencia con la marca hiriente
del grafito. Cargando el pincel, para, en un instante de coraje, arrojarse al
vacío guiado por un vivo sentimiento de ser, por una intuición que se
materializará en arte.
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Emilio Pascual - Luz abierta. Óleo y grafito sobre lienzo. 400 x 200 cm. |
Emilio es una persona inquieta,
siempre con algo entre las manos, siempre con proyectos. Necesita estar activo.
Necesita hacer. Pero la acción en su pintura es, en primer lugar,
autoafirmación; después, descarga instintiva y, finalmente, autoconocimiento
-la percepción de sí mismo a través de insinuaciones paisajísticas. Por esta
razón la ciudad será elegida como tema, porque ella le ofrece los elementos
gráficos y pictóricos precisos para llevar a cabo ese viaje interior.
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Emilio Pascual - Lugares en la pintura. Óleo y grafito sobre lienzo. 200 x 200 cm. |
Ahora bien, tales referencias
paisajísticas no expresan la necesidad de encontrarse con el objeto como
vehículo de información explícita para conferir sentido a la pintura.
Por su intermedio, la insinuación
naturalista de la imagen se convierte en ficción, en un truco que pone en
evidencia la artificialidad del arte. Lo plasmado en el lienzo es una
abstracción, no de una realidad objetiva, sino de su experiencia subjetiva
poetizada: una ciudad de signos; un paisaje natural sublimado.
Para una pintura que es
plasmación de una actitud frente a la realidad, poco importan las referencias a
esa misma realidad.
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Emilio Pascual - Recorridos de silencio. Óleo y grafito sobre lienzo. 200 x 200 cm. |
Parece que le interesara, sobre
todo, el choque entre el artificio pictórico y la realidad de su propio temblor
físico y emocional.
En la duda del grafismo; en la
intensidad de la acometida; en la dirección del trazo; en la elección del color
y su conjugación con la línea; en la manera de dejar la materia sobre el
lienzo; en la forma de ocupar el espacio; en la decisión consecuente de
reconocer el sentido o ver el error y saber diluirlo convirtiéndolo en virtud;
en todo ello, creo ver los rasgos pictóricos fundamentales de ese conflicto.
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Emilio Pascual - Preludio IV. Óleo y grafito sobre papel. 80 x 80 cm. |
En su pintura pueden percibirse,
dos niveles de pensamiento: la acción como consciencia de sí mismo y junto a
ésta, la contemplación como necesidad vital de estar y habitar el mundo.
Apenas la emoción se ha vaciado
en el gesto, aparece la necesidad contemplativa. La acción es domesticada por
exigencia espiritual, mediante la armonía del color y la razón geométrica
-abstracción geométrica ideal que se evade del ámbito representativo
naturalista, a pesar de que en ella puedan atisbarse muros y tejados de una
ciudad o entonaciones de color que evocan atmósferas realistas.
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Emilio Pascual - Detalle del políptico Un instante. Óleo y grafito sobre papel. 37 x 37 cm. |
Manchas y trazos, escaleras de
asalto a la ciudad, como en un sueño convierten la urbe en un ramo de flores.
Surgen los tallos que se elevan del búcaro del marco, y estallan exuberantes
flores como fuegos de artificio, que al punto se convierten en iridiscentes
conglomerados de rocas.
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Emilio Pascual - La nube roja. Óleo y grafito sobre lienzo. 400 x 200 cm. |
Acción y contemplación, dos
formas contrapuestas de sentir el mundo hermanadas exquisitamente.
Por una
parte, la intemporalidad de la geometría complementada por el momento presente
del gesto y, por otra, la visceralidad expresionista colmada por la
espiritualidad geométrica. Entre ambas generan un dinamismo ponderado,
fluctuante; un movimiento pendular en el que, desde el gesto-acción se aspira a
la armonía ordenada de las formas -armonía que, apenas alcanzada, se desintegra
sumida en una dialéctica sin descanso, entre la acción y la contemplación. La
pureza geométrica es negada por el gesto violento y pasional; a su vez
domesticado de inmediato por el pensamiento analítico.
La geometría adquiere una
temporalidad suspendida y el arrebato expresionista un idealismo lírico.
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Emilio Pascual - Los no lugares. Óleo y grafito sobre lienzo. 200 x 200 cm. |
De esta manera, Emilio consigue
un equilibrio conflictivo entre la utopía geométrica de la idea pura tutelada
por la razón y la pasión del gesto y el color que habla desde el subconsciente.
Es su forma de manifestar la lucha perenne de todo creador por satisfacer el
anhelo de lo absoluto inalcanzable, como conflicto saludable que no pretende
ser ni elemento transgresor, ni cuestionamiento crítico.
Según el punto de vista que se
adopte al contemplarlas, estas pinturas se moverían desde el caos y el
descreimiento hacia el equilibrio y la esperanza o viceversa.
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Emilio Pascual - Detalle del políptico Un instante. Óleo y grafito sobre papel. 37 x 37 cm. |
De nuevo voy al encuentro del artista
en el estudio, justo en el inicio de su trabajo, cuando ataca el lienzo
inmaculado con la barra de grafito, creando una incisiva estructura plateada,
delimitando los primeros espacios, sin permitirse una floritura orgánica -a lo
sumo unas contundentes curvas -, como paréntesis unidos, que sugieren la forma
de un ciprés. Líneas adustas que conforman las piezas de la máquina ciudad, la
obra humana más voraz, dulcificada felizmente por la sensualidad del color,
convirtiéndola en dudosa ciudad amable.
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Emilio Pascual - Algún camino. Óleo y grafito sobre lienzo. 400 x 200 cm. |
De un cuadro a otro veo la
incierta ciudad que se encarama por la ladera de una montaña, y luego baja para
mirarse en el espejo tranquilo del mar. Descubro sus diferentes apariencias, a
diferentes horas del día, bajo diferentes atmósferas, siempre rodeada por el
vacío, envuelta por un blanco marco sin pintura, fondo de pureza nívea que
desde los bordes del lienzo encuadra y suaviza las tensiones interiores,
testigo y delator de la lucha expresiva interior, reflejada por los
chorretones, por las salpicaduras de pintura en la parte inferior, índice de la
acción que nos habla de lo accidental, del empeño en dejar constancia de lo
verdaderamente natural frente al artificio pictórico. De nuevo la paradoja, el
juego de espejos, el ir y venir entre lo pictórico y lo natural.
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Emilio Pascual - En pleno día. Óleo y grafito sobre lienzo. 200 x 200 cm. |
Emilio Pascual empieza otro
cuadro, una nueva estructura que no permite demasiados cambios. Insiste en el
esquema primigenio como si fuera un mantra. Ha forjado su estilo, su obra es un
trabajo consolidado, reconocible, es la expresión de su personalidad, de su
forma de ser.
El trabajo en series es un
reflejo de esa personalidad, lo que nos indica que Emilio es un artista
metódico, coherente, comprometido con el trabajo y su desarrollo.
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Emilio Pascual - Verde con sol. Óleo y grafito sobre lienzo. 200 x 200 cm. |
Una serie es un camino de
investigación entendido como proceso, como evolución que permite ahondar en el
elemento explorado, valorando la mirada desde diferentes ángulos, los físicos y
los de la memoria.
De este modo se produce una
relativización, tanto del objeto como de la mirada que a él se dirige. En la repetición,
el tiempo deja de ser contingente, el instante se hace eterno y lo infinito se
siente en un soplo.
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Emilio Pascual - Preludios XXXI hasta XXXIV. Óleo sobre papel. 80 x 80 cm. |
La serialidad debe
entenderse no sólo en el aspecto compositivo y formal del paso de un cuadro a
otro, sino también en la repetición del trazo, en la insistencia de la mancha
de color, en la reiteración de las formas geométricas o de los símbolos
naturalistas en el mismo cuadro. En esta repetición de elementos pictóricos,
Emilio Pascual no representa un momento visto en la naturaleza, aunque
realmente lo haya vivido, sino que hace una referencia a lo ya creado, al
cuadro anterior de la serie, estableciendo un diálogo interno que habla de la
pintura en sí misma y de su lenguaje.
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Emilio Pascual - Preludios III/IV/V/VI. Óleo sobre papel. 80 x 80 cm. |
Sin embargo, lo accidental en las
series provoca una variación en su desarrollo, confiriendo al grupo un sentido
narrativo. El enfoque de serie se percibe diáfanamente en los dibujos, donde
los mismos elementos cambian de posición de un trabajo a otro, dando la
sensación de salto de perspectiva o de paso del tiempo.
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Emilio Pascual - Preludios XV/XVI/XVII/XVIII. Óleo sobre papel. 80 x 80 cm. |
Inevitablemente las series
siempre introducen una sospecha sobre el aura del creador y la autoría de la
obra. Las similitudes plantean la cuestión de la imitación y de la copia,
poniendo en duda el valor transcendente del cuadro único que atesora las
propiedades del genio y la esencia del espíritu a lo largo del tiempo.
Rauschenberg hizo dos cuadros
iguales para demostrar que ni el impulso
ni el método hacen por sí solos una obra de arte, sino más bien una mezcla de
la intención y el azar, gestos impulsivos y el pensamiento.
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Emilio Pascual - Un instante. Óleo y grafito sobre papel. Políptico de 60 obras de 37 x 37 cm. . |
Sea como fuere, ¿porqué no ver en
sus series una forma consciente de plasmar la alienación del individuo en la
ciudad y su vida rutinaria y gris?
Tal vez el Emilio Pascual pintor
no haya pensado en nada de esto, pero si un espectador llega a tales
conclusiones es porque el juego artístico, más allá del individuo, tiene la
capacidad de crear el mundo, o, al menos, de dotarlo de sentido.
Paco Vivo
Con la colaboración de Máximo García.
Quedan por mencionar las magníficas esculturas que completan la muestra.
Me abstengo de hacer una referencia a las expuestas porque merecen una exposición específica, donde muestren todo su potencial.
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Emilio Pascual - Arquitectura del aire / Hierro esmaltado / 330 x 230 cm. |
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Emilio Pascual - Arquitectura del aire / Hierro esmaltado / 320 x 277 cm. |